Vivimos en un mundo donde la melancolía, la pesadumbre y la tristeza son parte de la realidad actual. En consecuencia, pasar por momentos de angustia emocional es tan normal como la vida misma.
Ahora bien, ¿será posible que la tristeza pueda ocasionar que una persona fallezca? La realidad es que cuando se sufre un evento siniestro nos exponemos a un sufrimiento oprobioso. Por ejemplo, se han dado casos que cuando se pierde al cónyuge de toda una vida, el sobreviviente sufre un colapso y muere en el transcurso de unos cuantos días o unas cuantas semanas, aunque aparentemente gozaba de buena salud. ¿Qué causó su muerte? “La tristeza”, dicen sus amistades.
Esta respuesta quizá sea más que una frase hecha. Desde hace mucho, los investigadores han sostenido que el estrés que no encuentra alivio inunda el corazón de sustancias químicas que pueden provocar arritmia y espasmos. Sin embargo, la génesis cerebral de este proceso sigue siendo un misterio.
Stephen M. Oppenheimer, neurólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (Maryland, E.U.A.), cree haber identificado la región cerebral que vincula al corazón con las emociones. La corteza insular es una parte pequeña del cerebro donde se conectan el sistema nervioso autónomo, que controla funciones como la respiración y el ritmo cardíaco, con el sistema límbico, que tiene que ver con las emociones, como la ira, el temor y el placer.
El descubrió que la estimulación de la corteza insular de las ratas, producía en el músculo cardíaco daños similares a los que se observan en los seres humanos que padecen fibrilaciones cardíacas repentinas.
También se ha demostrado que la estimulación de la corteza insular en seres humanos provoca irregularidades en el ritmo cardíaco y en la presión sanguínea. Da la impresión que estos descubrimientos indican que sí es posible morir de tristeza.
Incluso, ha sucedido que el desgarramiento del corazón o la ruptura de un vaso sanguíneo grande pueden provocar un derrame de sangre en la cavidad torácica o en el pericardio, la membrana que contiene fluidos y recubre el corazón, y podía hacer que hasta manara lo que parecería sangre y agua.
Sin embargo, ¿qué hay de las tristezas que acompañan a uno por diversas causas? Vivimos en un mundo torpe donde el individuo no tiene importancia debido a la acérrima relevancia que tiene el egoísmo, el materialismo y la falta de valores humanos, por mencionar solo tres.
¿Qué se puede hacer cuando invade la tristeza?
Hablar con alguien
Es decir, hablar con una persona que sepa entender y sea empático, no con cualquiera. No es solo un desahogo, es compartir sentimientos como auténticos compañeros. Para ello, debemos tomar la iniciativa para aliarnos con gente comprensiva, de esas que uno quisiera conservar siempre de amigos – de hecho, para evitar la tristeza frente a eventos tendientes a crear abatimiento, es muy recomendable tener amigos de verdad – no solo conocidos.
Ponerlo por escrito
Resulta revelador que la tristeza nubla la manera de ver las cosas. Por lo tanto, es aconsejable escribir lo que nos pasa por la mente.
Es como organizarla maraña de pensamientos que invaden cuando hay síntomas de depresión. De esta manera se trata de aclarar esos sentimientos internos que suelen apretar y desorientar. Además, nos puede servir de prontuario de referencia para el futuro.
Busque formas de servir a otros
Un viejo proverbio chino, declara:
“Si quieres ser feliz por una hora, toma una siesta. Si quieres ser feliz por un día, vete a pescar. Si quieres ser feliz por un año, hereda una fortuna. Si quieres ser feliz por toda la vida, ayuda a alguien”.
Jesucristo lo puso en términos más concretos:
“Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20: 35).
Es interesante que esas palabras no se refieren solo a dar cosas materiales, sino también a dar ánimo, guía y apoyo a quien lo necesite. De manera que Jesús nos puso el paradigma; nos enseñó con palabras y con hechos a ser generosos con nuestro tiempo, energías, atención y amor.
Los sociólogos también han observado que dar nos hace felices. Es un hecho innegable que las personas se sienten notablemente más felices cuando hacen buenas obras por los demás. De acuerdo con los investigadores, ayudar al prójimo nos transmite un sentido de logro porque satisface necesidades humanas que son fundamentales. De hecho, los expertos suelen recomendar el voluntariado como método para tener una salud mejor y una mayor sensación de felicidad.
¿Cómo uno puede saber si tiene depresión o es solo tristeza pasajera?
Algunos de los síntomas son los siguientes:
- Marcados cambios de humor y conducta,
- Aislamiento social,
- Pérdida de interés general,
- Alteraciones en el apetito y el sueño,
- Sentimientos de inutilidad o de culpa sin razón.
Es cierto que casi todos hemos tenido uno o varios de dichos síntomas alguna vez. No obstante, si estos persisten durante unas cuantas semanas, puede ser depresión.
Hay médicos y sicólogos especialistas en el ramo de la medicina del comportamiento y este puede ser el momento de tomar acción. ¡La edad no importa, ya que la depresión afecta a niños, jóvenes y adultos! Un especialista en el ramo, puede ayudar a determinar si la tristeza se debe a razones médicas.
Si padece de depresión clínica, no hay por qué avergonzarse. Fingir que uno no tiene un problema sería como subir el volumen de la música del automóvil para no oír un ruido extraño del motor. Con tratamiento médico adecuado, muchos de los que sufren de esta enfermedad llegan a sentirse mejor, como tal vez no se habían sentido desde hacía tiempo.
Por lo tanto, sea que el desánimo se deba a la depresión o no, las recomendaciones sucintas que hemos ofrecido son un curso de acción para vencer la pesadumbre.
Así pues, la tristeza, la depresión y el desánimo son parte del entorno vil donde vivimos. Queremos seguir dando la justa pelea tomando decisiones que nos ayuden a mantener el equilibrio y la paz interior. No queremos, bajo ningún concepto, pensar en que no tenemos remedio.
Paso a paso, día a día se construye el carácter para sentirnos mejor – nada bueno surge sin esfuerzo constante.
¡Buena Salud a Ustedes!
Pardo